Empujas a quien llega y huyes a toda prisa[]
Debe de ser una señal para que no reveles tu identidad: es momento de huir de allí. Esperas que la mujer abra la puerta, te colocas detrás de ella y apenas descorre el cerrojo sales sin mirar, empujando a la persona que llega. Comienzas a correr a toda velocidad y cuando haces unos 30 metros sientes que un ruido sordo y un fuerte ardor en tu espalda. Sin entender lo que sucede intentas seguir la marcha, pero al dar apenas dos pasos caes al suelto. Un par de personas se te acercan, entre ellos un hombre con un fusil humeante. No era el cliente de la mujer el que golpeaba la puerta; era un hombre que al pasar por allí escuchó su grito y pensó que la estaban asaltando o algo peor. Y, claro, al salir tú corriendo de la casa vestido con ropas extrañas y empujándolo precipitaste los hechos. ¡Cómo te arrepientes ahora de no haber inventado algo! En tus últimos minutos sólo piensas en que tu máquina no caiga en malas manos.
Fin
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